La ciudad de Springfield actúa como un universo
completo que permite a los personajes enfrentarse a los problemas de la
sociedad moderna. El tener a Homer trabajando en una central nuclear permite
comentar el estado del medio ambiente.74 Seguir los años de Bart y Lisa por la
Escuela Primaria de Springfield permite a los guionistas de la serie ilustrar
asuntos controvertidos sobre el tema de la educación. La ciudad posee además un
amplio número emisoras de televisión que permite a los realizadores hacer chistes
sobre sí mismos y el mundo del entretenimiento.75
Algunos comentaristas han notado que la serie es
política en su naturaleza y susceptible de un sesgo de izquierdas.76 Al Jean
admitió en una entrevista que «Nosotros [la serie] somos de inclinación liberal».77
Los guionistas a menudo evidencian su inclinación por ideas progresistas,
aunque hacen chistes con todo el espectro político.78 La serie a menudo
presenta gobiernos y grandes empresas como entidades insensibles dispuestas a
aprovecharse del trabajador medio.77 Por tanto, los guionistas frecuentemente
presentan a las figuras de la autoridad con una luz oscura y desfavorable. En
Los Simpson, los políticos son corruptos, los ministros eclesiásticos como
Reverend Lovejoy se muestran indiferentes hacia los feligreses y los policías
locales son unos incompetentes.79
La religión es otro de los temas principales; en
tiempos de crisis la familia frecuentemente vuelve sus ojos a Dios, y la serie
se ha ocupado de la mayoría de las religiones mayoritarias (como el
cristianismo, judaísmo o hinduismo, entre otras).80
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